domingo, 22 de enero de 2017

EGUZKILORE, VIEJAS TRADICIONES EN NUESTRAS MANOS

EGUZKILORE


Las viejas tradiciones de nuestro viejo pueblo, van evaporándose frente a nosotros poquito a poca, se nos escurren como el agua entre los dedos de las manos. Muchos de estos antiguos usos, se han perdido en la inmensidad de los tiempos y la vorágine de la vida actual, y otros están en vías de hacerlo, de alguna forma han perdido su razón de ser y ya no interesan. Afortunadamente, algunas de estas tradiciones han llegado hasta nosotros, aunque sea con un carácter diferente al que fueron concebidas, pero su esencia, su más profundo y ancestral sentido nos susurran sus secretos desde lo más lejano de nuestra cultura. 


LA MAGIA DE NUESTRAS MONTAÑAS

Son costumbres, usos, ritos, leyendas, que nos hablan de una forma muy concreta de ver y entender la vida, de una manera de vivir que fue fundamental para nuestros mayores.
Por suerte, hoy en día, aún podemos calzarnos las botas de la curiosidad, ponernos en la espalda la mochila del conocimiento, y caminar sin prisa, la pequeña senda de la tradición. 

VIEJO CAMINO

Tenemos la oportunidad de poder acariciar con  nuestras manos, viejos ritos que hunden sus raíces, profundas como las de los árboles de nuestros bosques, en lo más profundo de nuestra vieja tierra.
Un claro ejemplo de todo esto es una pequeña planta conocida con el nombre en euskera de eguzkilore. Se trata de la flor seca del cardo silvestre (Carlina acaulis), oriunda de Europa Central, y que puede llegar a darse en latitudes como Suecia o Noruega, e incluso en Islandia, lo que nos habla de su resistencia a climas fríos, en la Península Ibérica, la encontramos en el País Vasco, Cantabria y en el área pirenaica. Al eguzkilore, le gustan las montañas, le gusta arraigar y crecer en prados y pastizales, y su momento de floración se da entre junio y septiembre. La denominación carlina le viene de una leyenda, que nos cuenta como los ángeles enseñaron al emperador Carlomagno a utilizar la planta para combatir la peste que asolaba a su ejército.

EGUZKILORE

El eguzkilore es la representación del sol, su  nombre así nos lo indica, eguzki (sol), lore (flor), su uso, es un vestigio de un antiquísimo culto solar, que nos ha llegado desde muy lejos en el tiempo, quizás desde el neolítico. En este símbolo se mezcla el culto solar con antiguas creencias vinculadas a las plantas y a los árboles, tan importantes en las culturas antiguas. En las ancestrales creencias vascas, tanto el sol como los árboles eran tenidos por deidades, eran, por tanto, pilares básicos de las tradiciones y la mitología de nuestro pueblo. Para el calendario tradicional el año se organizaba en dos partes, dividido por los solsticios de verano e invierno, el primero cristianizado bajo la advocación de San Juan Bautista y el segundo por la Navidad. En ambas fechas se realizaban ritos en los que el uso de las plantas, el fuego y el agua eran primordiales. Las plantas adquirían un carácter protector, en el solsticio de verano, aún hoy, se siguen recogiendo determinadas hierbas que adquieren importantes cualidades preventivas en esta noche mágica de San Juan. Es costumbre, en esta misma fecha, colocar en las puertas cruces hechas con ramas de fresno, uno de los grandes árboles mágicos de las culturas antiguas, para prevenir del rayo así como se decorar las entradas con ramas de espinos, fresnos o avellanos, con igual pretensión protectora. 

CRUZ HECHA CON RAMAS

Aun hoy podemos sentir estos antiguos usos paseando por las calles de nuestras localidades en la mañana del día de San Juan y disfrutar de las calles enramadas en un hermoso guiño a nuestra tradición. 

ENRAMADA EN SAN JUAN

El espino se utilizaba además colocando ramilletes de este árbol en las lindes de las heredades, los pastores de la zona de Donibane Garazi (Saint-Jean-Pied-de-Port), ubicado en la antigua Navarra de Ultrapuertos, recogían las púas de este hermoso árbol para sus uso como preventivo.

SIMBOLOS TRADICIONALES

En lo relativo a nuestra pequeño eguzkilore, Su uso esta directamente vinculado con la protección de las casas de las brujas y malos espíritus. Cuando contemplamos un eguzkilore en los dinteles de las puertas de nuestros viejos caseríos, o en las bordas de  nuestras montañas, contemplamos un rito arcaico como el tiempo, un símbolo cargado de un ancestral sentido protector, dejemos entonces que la flor del sol nos susurre sus secretos, su porque, su razón de ser. 

EGUZKILORE Y CRUCES

Las viejas historias de nuestra mitología nos cuentan, a su modo, el motivo por el que se colocaban eguzkilores en las puertas, dicen así:

"Las brujas, que pretendían acceder al interior del hogar, debían contar cada minúsculo pelillo que tiene la flor en su centro, antes de poder entrar en la casa. Esta tarea era sumamente costosa, y el amanecer las sorprendía en plena tarea, con los primeros rayos del sol, las sorgiñas debían dejar el lugar apresuradamente y esconderse en sus antros, por lo cual no podían acceder al interior de la vivienda."


Actualmente, el eguzkilore se ha mercantilizado en pegatinas, llaveros y todo tipo de joyería, su uso ha variado enormemente, pero de alguna manera, quiero pensar que se mantiene su ancestral sentido. Cuando, aunque sea inconscientemente, sentimos el deseo de colgarnos un eguzkilore al cuello, ponerlo en nuestros coches, o simplemente colocarlo en los dinteles de los caseríos, como hicieron durante siglos nuestros mayores, estamos conectando con nuestro yo mas arcaico, mas antiguo y profundo, con nuestro ser de alguna manera, primitivo. 

SIMBOLOS ANTIGUOS

Tal vez aun guardemos en lo mas profundo de nuestro hipotálamo, la esencia de nuestras antiguas creencias, esas que quedaron lejos en el tiempo, tal vez sea una vieja conexión con la tradición, o tal vez sea sencillamente una ancestral unión con la naturaleza, al fin y al cabo, pienso que somos eso, naturaleza.